¡Bonjour viajer@s! O quizás podríamos decir “Bon dia”, porque hoy visitamos Colliure, un pueblo de la Catalunya Nord. Está muy cerca de la frontera y nosotros acostumbramos a hacer parada cuando volvemos de las rutas por Francia. Y lo primero que hacemos es ir a la playa a remojarnos un rato, aunque ya os digo que el agua está fresquita y es playa de piedras, de ésas que es mejor visitar con escarpines. Cuenta la leyenda que en las aguas de esa playa se esconde un tesoro templario, custodiado por un monstruo. Nosotros, por si acaso, no nos metemos muy adentro, que no nos pille el monstruo.
Desde la playa podemos ver los edificios más emblemáticos de Colliure, como el Castillo Real. Por ese castillo, que dicen que es del año 673, han pasado visigodos, templarios, Reyes de Mallorca, los Habsburgo, los Borbones, y ahora… los turistas. El interior del castillo es como un pueblo, pero no veréis armaduras ni pendones colgados. De decoración, hay poca. Lo mejor son las vistas que se tienen desde lo alto de las murallas y almenas.
Desde allí se puede ver la Iglesia de Notre Dame des Anges, que sale en la típica foto que todo el mundo hace en Colliure. Lo curioso es que el campanario se construyó antes que la iglesia. Bueno, en verdad antes que campanario era un faro. Y ya que habéis llegado a la iglesia, seguid un poco el camino hasta la Capilla de San Vicente. La capilla no es interesante pero el camino hasta llegar es muy chulo.
Tampoco os podéis ir sin pasar por el Moré, el barrio antiguo de pescadores. Es fácil de encontrar. Está lleno de turistas, restaurantes para turistas y tiendas para turistas. A nosotros no nos gusta mucho el bullicio de gente de este tipo de calles, pero hay rincones, como la rue Duquesne, muy bonitos en este barrio (sobre todo, cuando no hay gente).
Lo que nos falta por visitar en Collioure es el Fuerte de San Telmo, que es una fortificación construida por Carlos I y en la que sí hay armaduras. Lo tenemos pendiente para la próxima vez.
Colliure fue lugar de acogida de muchos exiliados españoles de la Guerra Civil. El más conocido es Antonio Machado. El poeta sevillano murió en este pueblo francés y su tumba se puede visitar en el Cementerio antiguo de Colliure, que sorprende porque está muy céntrico. Sobre la tumba siempre hay flores, poemas y una bandera republicana. A mi padre le gusta mucho Serrat y siempre que vamos a Colliure nos pone esa canción que dice: «Murió el poeta lejos del hogar. / Le cubre el polvo de un país vecino. / Al alejarse le vieron llorar. / Caminante no hay camino, / se hace camino al andar…». Tiene el disco de Machado rayado de tanto ponerlo y nosotros nos hemos acabado aprendiendo todas las canciones, y ya nos ves gritando eso de “golpe a golpe, verso a versooooo”.
Colliure es la cuna del fauvismo, que, según he mirado en la Wikipedia, es un movimiento pictórico caracterizado por el empleo del color puro que surgió en París y que tiene como máximo exponente a Matisse. O sea, que a Colliure iban muchos pintores y si vais por el pueblo encontraréis marcos con los paisajes que pintaron. Si os animáis podéis coger lienzo y pincel (o hacer una foto con el móvil y ponerle cuatro filtros de Instagram).
PLATOS TÍPICOS / Con la playa allí al lado, lógicamente, sus platos más famosos tienen sabor a mar, y las estrellas son las anchoas. También son muy típicas las ostras, que se pueden comprar a un buen precio en el mercado semanal, y aunque no estemos en Bélgica, en todos los restaurantes veréis mejillones (incluso con patatas fritas).
FECHA DEL VIAJE
Julio 2015 – Agosto 2019
